Disonancia cognitiva: cuando la verdad incomoda
La mente humana busca coherencia. Nos gusta pensar que lo que creemos, sentimos y hacemos encaja como un todo. Sin embargo, hay momentos en que algo no cuadra: defendemos una idea, pero la realidad nos muestra lo contrario. Esa tensión se llama disonancia cognitiva.
Se trata de un fenómeno psicológico en el que una persona sostiene dos pensamientos contradictorios al mismo tiempo. Por ejemplo: “creo que soy una persona saludable” y, a la vez, “sé que fumo todos los días”. Esa contradicción genera malestar interno porque nuestro cerebro rechaza la incoherencia.
¿Cómo reaccionamos ante la disonancia?
Cuando aparece, no siempre aceptamos la nueva información de manera directa. A veces preferimos justificar, minimizar o ignorar lo que nos incomoda. Es un mecanismo de defensa común: resulta más fácil modificar la interpretación de los hechos que admitir que una creencia estaba equivocada.
Por ejemplo, alguien que siempre defendió que “la terapia no sirve” puede experimentar alivio real al acudir a un psicólogo. En ese momento, se enfrenta a la disonancia: o acepta que su idea previa no era del todo cierta, o busca explicaciones para sostenerla (“es casualidad”, “seguro mejoré solo”).
¿Por qué es importante reconocerla?
La disonancia cognitiva no es algo negativo en sí misma: es un motor de cambio. Nos impulsa a revisar nuestras ideas, abrirnos a nuevas experiencias y crecer personalmente. Aunque al principio incomode, aceptar que estábamos equivocados puede ser liberador.
La clave está en tolerar esa incomodidad y usarla como oportunidad de aprendizaje. En terapia, este proceso se trabaja de manera consciente: el psicólogo acompaña al paciente a mirar de frente esas contradicciones y a construir creencias más realistas y saludables.